CUENTOS

LAS CHICAS DE 5º DE PRIMARIA HEMOS ESCRITO CUENTOS Y QUERÍAMOS QUE TODOS PUDIÉSEIS LEERLOS.

LA MALDICIÓN DEL BOSQUE

Érase una vez hace años, un grupo de niños iban paseando cerca de un bosque cuando a uno de ellos le apeteció entrar. A todos les pareció buena idea porque querían ver animales. Pero una niña tuvo un mal presentimiento. Pese a su intuición, los demás la convencieron para entrar al bosque. Al final del camino y después de mucho andar, encontraron una casita muy vieja; llamaron a la puerta para haber si vivía alguien. Salió una señora muy fea con su gato negro. ¡Era la bruja del bosque! Aunque se asustaron mucho, estaban cansados y muertos de hambre, así que entraron todos y tras ellos se cerró de golpe la puerta. Intentaron abrir la puerta una y otra vez, pero era imposible conseguirlo. Al cabo de unos días, sus padres y madres llamaron a la policía. Una anciana que vivía cerca dijo que conocía la historia de unos niños que desaparecieron hace cinco años y que al cabo de unos meses encontraron sus cuerpos. ¡Es la maldición del bosque! El que se atreva a entrar en él, nunca regresará.

Los padres llamaron a todos sus familiares para comunicarles que los niños habían desaparecido cuando entraron al bosque.

La bruja les echó fuera de la casa para que después de un tiempo fallecieran de hambre o de sed. Sin embargo, esta vez los niños tuvieron suerte porque un campesino del pueblo que estaba talando árboles, se los encontró por el camino. Los niños le pidieron que les ayudara. El muchacho se llevó a los niños a su casa y les dio de comer y de beber.

Después el campesino llamó a la policía, y la policía llamó a los padres de los niños. El reencuentro fue muy bonito. Todos lloraban y se abrazaban. Allí todos los niños prometieron que nunca más volverían a entrar al bosque mientras viviera en él la malvada bruja.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

PAULA GARCÍA

EL ÁGUILA EMBRUJADA

Había una vez una familia de pájaros que vivían en un nido en la rama de un árbol viejo. Un día los pájaros se fueron a visitar a sus primos que vivían muy lejos. Cuando volvieron ¡su nido no estaba allí! Se lo había llevado un pájaro muy malo que amenazaba a todos los pájaros con que les iba a robar a sus hijos y se los iba a quedar para siempre. Pero de repente, justo en ese momento, pasó un águila por encima de la cabeza del padre de la familia  y les robó los dos hijos que tenían. Los pájaros no sabían qué hacer porque ese águila decía que si se acercaban por su nido ¡se los comería! De pronto apareció un pájaro llamado Radablás que era un poquito más grande que la familia de pájaros, con las garras muy afiladas y fuertes y les dijo a todos: -no os preocupéis porque yo voy a salvar a vuestros hijos; no dejaré que el águila les haga daño; os lo prometo. Los pájaros muy contentos de que Radablás fuese a salvar a sus hijos, le prometieron que harían todo los que les pidiera si sus hijos volvían sanos y salvos. Radablás se puso en marcha, se fue a su casa y cogió su equipaje, es decir todo lo que tenía que coger y se fue. El nido del águila embrujada estaba hacia el norte, cerca de Italia. El águila estaba embrujada porque su dueña era la malvada bruja de los reinos oscuros. Para poder desembrujar al águila Radablás tenía que quitarle un collar que le había puesto la bruja alrededor de las plumas de su cuello. Radablás llegó a Italia y buscó al águila. Cuando la vio, jugó a despistarla y en un descuido cogió a todos los bebes pájaros que había robado, los dejó con sus familias, y regresó a Italia para romper el hechizo de la bruja. Radablás cogió unas tijeras, se puso detrás del águila y… ¡Lo consiguió! le cortó el collar y lo tiró a la papelera. El águila agradecida le prometió que a partir de ahora le acompañaría en todas sus aventuras. Radablás se presentó en el país de los pájaros como ”el salvador”.

ANDREEA SABAU

PERDID@S EN MANHATTAN

Una vez, mi hermano y yo estábamos viendo la televisión cuando de pronto sonó un ruido extraño y se apagó la televisión. Mi  hermano salió a la calle para ver qué pasaba y yo me quedé sola en casa muy asustada. Miré por la ventana y sólo era un perrito. Le pregunté a mi hermano si nos lo podíamos quedar pero no le gustó mucho la idea porque era muy alérgico al pelo de algunos animales. Salí a la calle a pasearlo y llegué hasta la Estatua de la Libertad. sabía llegar hasta allí pero no sabía cómo volver. En una ciudad tan grande cada uno va a su marcha y nadie me quería ayudar. Estaba perdida en Manhattan. Inesperadamente aquel perro vagabundo al que estaba paseando, comenzó a hablarme. No me lo podía creer. Me dijo que se llamaba Bigotes y que él me ayudaría a regresar por haberme portado bien con él.

Tras recorrer media ciudad y pasar la noche durmiendo en Central Park, protegida por mi maravilloso amigo Bigotes, reemprendimos la marcha con los primeros rayos de sol. A mediodía llegábamos de nuevo a casa. Mi hermano y mis padres, estaban preocupadísimos y yo no sabía cómo explicar lo sucedido. Sobre todo, cómo podía hablar un perro.

Tras un tiempo con nosotros, y tras comprobar que mi hermano se encontraba bien en presencia de Bigotes, decidimos adoptarle para que formara parte de la familia. Eso sí, a día de hoy, nadie me cree y sólo yo sigo hablando con mi amigo, mi héroe de aquella noche en Manhattan.

AINHOA

EL ÚLTIMO JUGUETE

Juan ya tenía once años. Traía muchos deberes a casa y tenía que estudiar cada vez más. Por eso, un día le dijo su padre: -se acabaron los juguetes, Juan. Al notar su extrañeza, el padre agregó: -ya no tienes tiempo libre. Así que regala los juguetes a tus hermanos pequeños. -¿Todos? Se asustó Juan. –Bueno, puedes guardarte uno de recuerdo pero sólo uno.

Juan fue al cuarto de los juguetes, se sentía muy triste. Abrió la ventana de su habitación que daba al jardín y entraron los rayos de sol. -¿Tan mayor soy que ya no puedo jugar? se preguntó Juan. Miro sus juguetes; había un montón por todas partes, hasta casi llenar la habitación. -¡Qué pena! dijo Juan al tener que dejarlos. Miró otra vez sus juguetes y dijo: -Sólo puedo quedarme con uno, pero ¿con cuál? Las dudas le confundían porque quería a todos por igual. Eliminó su uniforme de soldado por ser sólo un bonito disfraz, los caballos, los sables, los carros, los cañones, muñecos, avionetas de cartón, puzzles y los soldados de plomo. -Lo siento amigos, se disculpó Juan. Hasta que llegó al último juguete. -Me quedo contigo, dijo Juan. Era una preciosa caja de colores, con todo lo necesario para pintar. Juan cogió la caja entre sus manos, bajó al jardín y se sentó en un banco. Él seguía pensando en sus otros juguetes. Al rato escuchó una voz. -Oye chico. Desde la calle le hablaba una mujer pobre con un hijo en sus brazos. -Dame algo de comer que mi hijo se muere de hambre. Juan sintió compasión de los dos y como Juan no tenía dinero le regaló su caja de colores a la mujer diciendo: -Tome, señora algo le darán por ella. -Muchas gracias dijo la mujer. El padre de Juan había visto escondido, la buena acción de su hijo. -No se preocupe dijo el padre. -Acepte la caja que voy a comprársela. Y le dio un puñado de monedas a la mujer. El padre abrazó muy fuerte a Juan. Luego le devolvió su caja de colores. -Ten tu último juguete, y guárdalo bien. -Si alguna vez lo das será para hacer una buena obra como la que acabas de hacer. Después de mucho tiempo, Juan terminó sus estudios y se convirtió en un famoso pintor. Una tarde al abrir un cajón estaba allí su caja de colores. Sonrió y dijo: -me traes muy buenos recuerdos. Vamos a pintar juntos. Cogió la caja y se puso a pintar con las pinturas viejas. El cuadro entusiasmó a los coleccionistas. El contenido era cuando estaba haciendo la buena acción de darle la caja  a la mujer pobre. Juan recibió fabulosas ofertas. Sin embargo jamás quiso venderlo. Adoraba mucho esa escena que tenia por titulo. “EL ÚLTIMO JUGUETE”.

NURIA

(Adaptación de un cuento clásico)