Como sabéis estamos llevando a cabo en el centro un “Programa de desarrollo neuromotor” dentro de nuestro Proyecto de innovación y como Principal línea de centro.
Dentro del mismo y una de las diferentes parcelas que lo componen estamos poniendo en práctica las “Cuñas motrices y psicomotrices” que consiste en la realización de actividades de compensación corporal, en las que a través de distintas técnicas de respiración, estiramiento y relajación, se compense el cansancio, tensión o falta de atención de nuestros alumnos en la hora y media que dura casa sesión. Con la práctica de estas cuñas también se pretende evitar atrofias o disfunciones, favoreciendo la movilidad articular de la columna y el control corporal y postural.
Debido a que estas cuñas se realizan en clase, pretendemos que se propicie una desconexión entre contenidos de la misma y por lo tanto una mejora de la atención y predisposición al proceso de enseñanza aprendizaje y que a su vez favorezcan las relaciones y el clima del aula.
De acuerdo con los estudios de neurociencia, la atención plena en una actividad no se puede extender más allá de 20 minutos, por lo que vimos la necesidad de realizar interrupciones en dos momentos de la sesión para recapturar esa atención perdida y volver a facilitar el aprendizaje por parte de los alumnos. Y es aquí donde investigamos y nos formamos en el concepto de “cuñas motrices”. Durante el curso lectivo 2017-18 hemos incardinado y desarrollado este aspecto de la neurociencia en nuestro centro de una forma sistemática y vertical incidiendo en todos cursos de E. Primaria. Esta necesidad surge al tener nuestras sesiones lectivas estructuradas en periodos de 90 minutos, lo que se traduce en periodos de atención demasiado largos para que los alumnos, especialmente en edad infantil, puedan conseguir aprendizajes significativos.
De esta forma la estructura de las sesiones en todo Primaria comienzan con el Método HERVAT para predisponer al cerebro al aprendizaje. A los 30 minutos de sesión llevamos a cabo la primera cuña activa y a los 60 minutos de sesión ponemos en marcha la segunda cuña activa, finalizando la sesión 90 minutos después de haber comenzado el área de aprendizaje. En cada cuña, reseteamos el cerebro y capturamos de nuevo la atención de los alumnos.
Con la puesta en práctica de las cuñas activas, también vimos la necesidad de distinguir entre dos tipos: las motrices y las cognitivas. El transcurso de la sesión, el aprendizaje desarrollado durante los 30 minutos de transcurso o el estado de ánimo en el que se encuentran los alumnos en el instante de la cuña, puede marcar la practicidad de poner en marcha un tipo de cuña o el otro.
Algunos de los ejemplos son los siguientes:
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